Esta semana nos acompaña Andrea Felisa Pascual, autora del libro “Dos niños príncipes franceses cautivos en Castilla (1526-1530)”. Esta autora da a conocer numerosos datos —hasta ahora inéditos— sobre la estancia en Castilla de los hijos de Francisco I de Francia. Agradecemos a Andrea su colaboración en el blog.
Varias poblaciones castellanas fueron testigos de unos hechos importantes de la historia universal. En muchas de ellas se han ido olvidando totalmente a pesar de que no fue un tema menor. Se sitúan en un tiempo tan decisivo para la Europa del siglo XVI como fue el de la rivalidad entre el rey francés Francisco I y el emperador Carlos V.
A consecuencia de la derrota del rey en la batalla de Pavia el 24 de febrero de 1525, fue llevado cautivo a Madrid y permaneció prisionero. Firmó con el emperador el Tratado de Madrid el 14 de enero de 1526. Francisco I consiguió su libertad y cruzó la frontera francesa el 17 de marzo, a cambio de entregar al emperador a sus dos hijos Francisco y Enrique, niños de ocho y siete años. Serían sus rehenes y con ellos garantizaba el cumplimiento de los compromisos acordados en el Tratado de Madrid. Carlos V había conseguido que una de las cláusulas del acuerdo fuera la promesa de que el rey volvería a ser su prisionero si no lo cumplía. Lo más importante del Tratado para el emperador era obtener la devolución de la Borgoña que había pertenecido a sus abuelos. Todos pensaban que seria un corto periodo, unos tres meses, mientra Francisco I acordaba con la Asamblea francesa los compromisos contraídos. Ante la sorpresa de todos, tres meses después de su regreso, Francisco I anunció que no cumpliría el Tratado de Madrid, que él no volvería a Castilla para ser otra vez prisionero del emperador y le solicitaba la devolución de sus dos hijos a cambio de dinero. El emperador, indignado por el engaño, se negó rotundamente a ello y así empezó la triste retención de los dos niños rehenes en diversas fortalezas o castillos. La paz entre los dos monarcas se consiguió con la Paz de Cambray, conocida como la Paz de las Damas, firmada el 3 de agosto de 1529. Los niños no regresaron a su país, volviendo a cruzar el río Bidasoa, hasta el día 1 de julio de ese año.
Estos datos preliminares imprescindibles nos muestran las circunstancias que ocasionaron la llegada de los niños rehenes a Castilla y figuran en todos los libros de historia universal. Pero se conocía muy poco de lo que les ocurrió durante aquel tiempo, desde el 17 de marzo de 1526 en que llegaron, hasta el 1 de julio de 1530 cuando volvieron libres a su país. Más de cuatro años.
Durante mucho tiempo investigué este tema ya que el castillo de Pedraza fue el último en el que estuvieron cautivos y mi familia procede de este pueblo segoviano. Pude encontrar importante información en el archivo familiar de los duques de Frías, de la importante familia Fernández de Velasco (en algunos documentos figuran erróneamente como Hernández de Velasco). Iñigo Fernández de Velasco, II duque de Frías, era también el III condestable de Castilla, título con carácter hereditario concedido a su padre por los reyes católicos. El emperador Carlos V había encargado al III condestable hacerse cargo del cuidado y vigilancia de los dos pequeños príncipes durante su estancia en Castilla. El príncipe Francisco tenía el título de Delfín de Francia y su hermano Enrique el de duque de Orleans. Estuvieron en Vitoria y en Burgos, acompañados también por la hermana del emperador, la reina viuda de Portugal, Leonor de Austria, prometida de Francisco I por otra cláusula del Tratado. Cuando el rey francés anunció solemnemente que no cumpliría sus compromisos, el emperador ordenó al condestable encerrar a los príncipes y a los numerosos franceses que tenían a su servicio en una de las fortalezas de los Fernández de Velasco.
Es aquí cuando en los documentos encontrados en el archivo de los duques de Frías empiezan a aparecer los nombres de numerosas poblaciones castellanas. Primero fueron llevados a Villalba de los Alcores (Valladolid). Era una gran fortaleza donde podía vivir parte del séquito principal; algunos sirvientes o militares de poco rango se albergaron en casas alquiladas, e incluso algunos se quedaron para siempre allí. Los niños y los responsables franceses de alto rango también pasaron días con la familia del condestable en el cercano y más confortable castillo de Ampudia, (Palencia). Al tensarse las relaciones entre Francisco I y Carlos V, que llegaron a retarse a un duelo personal, fueron trasladados a finales de 1527 al castillo de Villalpando (Zamora). A partir de entonces el emperador ordenó la disolución del séquito y los guardianes de los príncipes fueron todos españoles. La mayoría de los franceses quedaron prisioneros. Hay documentos que narran el traslado de cuatro personas a Arévalo, cinco a Toro, seis a Atienza, otros al castillo de la Mota, en Medina del Campo. En total sesenta y ocho personas del séquito principal; unos ciento cincuenta servidores de rango inferior se quedaron en Villalba de los Alcores. Otros tres interesantes documentos nos relatan el traslado de ciento nueve prisioneros franceses desde esta villa hasta Barcelona para ser enviados a galeras: el viaje, a pie, duró veintisiete días.
Para entonces los niños estaban bajo la responsabilidad del IV contestable, Pedro Fernández de Velasco, al haber fallecido su padre. En realidad les acompañaba y era responsable se su custodia su hermano menor, Juan de Tovar que llevaba el apellido materno por cuestiones patrimoniales, quien posteriormente obtendría del emperador el título de Marqués de Berlanga. En esta ciudad se firmaron documentos que aseguran la responsabilidad de los Fernández de Velasco en los nuevos traslados de los príncipes al castillo de Castilnovo y al de Pedraza, ambos en Segovia.
Luisa de Saboya, la madre de Francisco I, por lo tanto abuela de los príncipes envió un emisario a Pedraza, tras obtener el permiso para ello, cuando ya se estaban realizando las negociaciones económicas para poner fin al conflicto entre los dos monarcas. El emisario fue Jean Bodin, quien en un amplio relato cuenta su penoso viaje a Pedraza y el mal estado en que encontró al delfín y al duque de Orleans. Otros grandes personajes franceses también fueron autorizados a visitarles allí, antes y después de la firma de la Paz de las Damas el 3 de agosto de 1529.
Los príncipes salieron del castillo de Pedraza el 24 de marzo de 1530 y tras un azaroso viaje y una larga espera en Rentería, regresaron a su país el 1 de julio de ese mismo año. El rey francés pagó ese día su deuda con el emperador. Francia entregó cuatro toneladas y media de oro. Sobre la Paz de las Damas se ha escrito ampliamente y figura en todo los libros de historia. Nuestra aportación se concreta en la investigación y documentación detallada de los documentos archivados que nos informan de la vida de los príncipes durante aquellos oscuros cuatro años. El trabajo publicado por la Fundación Villa de Pedraza en 2013 titulado “Dos niños príncipes franceses cautivos en Castilla 1526-1530” recoge todos los documentos de las fuentes primarias manuscritas e impresas consultadas para que los interesados en este tema histórico puedan profundizar en su conocimiento. También puede ser útil para los habitantes de esos lugares castellanos que fueron testigos de aquellos hechos que el tiempo y la historia habían olvidado. Para mí resultó fascinante poder adentrarme a partir de documentos originales en aquel tiempo y aquellos hechos tan poco conocidos.
Andrea Pascual
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